Rosa Márquez, por sus acertadas apuntes al primer manuscrito y por seguir de secretaria del comisario De la Mata.
Elia Estrada, por todo ese conocimiento que posee sobre el tema, por sus comentarios y críticas.
Juan Antonio Herranz, técnico de rayos y asesor personal en materia de medicina.
Javier Requena, diseñador gráfico, por su toque en la portada.
Manuel Morán, policía nacional, por su asesoramiento en temas policiales.
Óscoar Piédrola, veterinario, por su asesoramiento profesional y formar parte de la novela como ayudante del forense.
Adolfo Utrero, Paco Garrido y Octavio de la Mata, Taniana Rodríguez y Gustavo, compañeros de aikido, por prestarme sus nombres para mis personajes.
Venus y Luna, por estar ahí y por todo lo que tuvieron que sufrir hasta que se cruzaron en el camino de Elia.
Tomás Sánchez, por tantos años de entrenamiento.
Jaume Bonfill, por sus comentarios y porque supo ver qué le sobraba a la novela.
Tommy Takacs, por su generosidad al compartir la inquietante fotografía que inspiró la portada del libro.
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